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viernes, 2 de enero de 2015

Teoría de los incentivos morales, porque los politicos roban

Tomado de: http://racionalidadltda.wordpress.com/2014/12/22/teoria-de-los-incentivos-morales/ Teoría de los incentivos morales Publicado el diciembre 22, 2014 por experimentosemar • Publicado en Aplicaciones • Deja un comentario 959 David Rubiano Ayala “A pesar de lo egoísta que un hombre pueda suponerse, evidentemente existen algunos principios en su naturaleza que lo llevan a interesarse por la suerte de los demás, y a convertir la necesidad de éstos en necesaria para sí mismo, aunque no le proporcione nada, salvo el placer de contemplarlo.” Adam Smith El primer capítulo de Freakonomics hace referencia a los incentivos, al modo en que un profesor, un luchador de sumo y un padre prefieren engañar que hacer lo correcto para obtener algún beneficio. En este texto se hará referencia a dichos incentivos desde una perspectiva diferente, a los tipos y a lo que podría significar un incentivo bueno sobre uno malo. Nada puede ser más común en la política que los escándalos de corrupción. Es tan natural que a diario se denuncien entre funcionarios, que ya se nos hace rutinario. ¿Qué los motiva a robar? Y aún más importante, ¿por qué siguen robando? Los incentivos, en palabras de los autores de Freakonomics son: “sencillamente, un medio de exhortar a alguien a hacer algo más bueno o más malo.” Los incentivos no siempre son positivos. Debido a esto, las posibilidades de sacar tajada de un negocio o de una licitación son tan apetecibles en los políticos de nuestro país debido a los altos incentivos a nivel monetario, que lo hacen sin pensar. Los pocos incentivos negativos que les conllevaría no hacerlo son tan insignificantes, que simplemente prefieren seguir robando que caminar por el camino de la rectitud. Si un político del común se da cuenta que puede robarse cincuenta mil millones de pesos por un contrato sin mayor esfuerzo y, además de eso, es consiente que las represalias en caso de ser atrapado son mínimas debido a la facilidad que tiene de evadir la justicia -se va del país, compra al juez, etcétera-, los incentivos negativos no lo atormentaran lo suficiente como para no robarse el dinero. Ahora bien, los tres tipos de incentivos -económicos, sociales y morales- parecen estar ligados el uno al otro. Por ejemplo, si en un parcial una persona tiene muchos incentivos a sacar la mejor nota, su moral se irá al piso al decidir hacer copia, si la persona en cuestión es una experta en engañar, a largo plazo y en su esfera laboral afectaría su rendimiento y su relación con sus compañeros sería tediosa al mostrarse ambicioso y egoísta al extremo. No es raro que una persona propensa a pasar las normas pequeñas por alto, con el tiempo sea capaz de evadir millones en impuestos o robarse un banco. Todo depende del tipo de incentivos. En un mundo en extremo egoísta y con un libre mercado regulado por entidades más despiadadas que el mismo comercio, Smith encuentra una semilla de bondad en su libro la teoría de los sentimientos morales. Adam Smith cree que aunque el egoísmo individual puede llevar al bien común, ningún individuo es tan malo como para anhelar el sufrimiento de todos sus semejantes solo por sentir placer. Es imposible pensar que Hitler no cuidaba de los suyos, o que Pablo Escobar no brindaba casas o alimento a sus familiares y amigos. Somos buenos siendo egoístas, tal vez podamos ser mejores si pensamos un poco más en el otro. Ya Pablo lo había dicho antes de Smith: “Por encima de todo, revístanse de amor, que es el vínculo perfecto.” [1] Así, puede concluirse que los incentivos para ser malos pueden ser mayores y mejores, pero al final, los incentivos para compartir lo que tenemos -así sea robado- serán mucho más poderosos. Referencias Dubner, S., & Levitt, S. (2009). Freakonomics: Un economista políticamente incorrecto explora el lado oculto de lo que nos afecta.

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