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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Políticos: Ni administradores ni politicos

Tomado de: http://racionalidadltda.wordpress.com/2014/11/19/reciprocidad-indirecta-clave-en-la-evolucion-de-las-sociedades-humanas/ Reciprocidad indirecta: Clave en la evolución de las sociedades humanas Publicado el noviembre 19, 2014 por experimentosemar • Publicado en Economía del comportamiento • Deja un comentario 874 Dennisse Bautista Los seres humanos estamos dispuestos a ayudar y pedir ayuda a nuestros seres más cercanos, en especial a nuestros parientes; estos escenarios de cooperación y reciprocidad no necesitan un mayor fundamento pues son casi un orden o dinámica natural. De otra parte, si la dinámica social seguida en el mundo tuviera como base la reciprocidad directa no existirían algunos de los problemas que en la actualidad asechan al mundo, sería muy fácil y simple: dar a cada uno lo que se merece según su comportamiento. Esto no es más que una utopía pues las personas a lo largo de la vida necesariamente interactúan con otras personas a parte de su núcleo familiar y de amigos, muchas veces se crean interacciones entre extraños, como por ejemplo cuando un joven ocupa la silla de un bus y una persona mayor o una mujer embarazada ingresa y éste decide cederle su puesto. Esto más allá de ser un acto de ciudadano competente representa una decisión cooperativa que le deja un beneficio moral al joven, sin embargo, no se le puede asegurar que esa persona a la que le cedió la silla podrá retribuirle el acto cuando lo necesite debido a que es poco probable que estas dos personas vuelvan a encontrarse e interactuar. El anterior escenario de reciprocidad indirecta no requiere que las personas vuelvan a involucrarse. Este tipo de reciprocidad es una buena estrategia en tanto quien coopera está creando una imagen como miembro valioso de la comunidad y en dado caso de necesitar ayuda, habrá otras diferentes personas dispuestas a retribuirle su comportamiento o cooperación del pasado. De esta manera, parece que en la evolución de las sociedades humanas la reciprocidad indirecta constituye un paso decisivo. Un ejemplo de esto fueron las comunidades indígenas de los Muiscas, donde se sabe que el cacique, poseedor del poder, era más administrador que político: La sociedad muisca organizó su economía sobre el principio de la reciprocidad (…) La importancia que tomó el cacique para la comunidad, garantizó el desarrollo de un proceso de reciprocidad, en el que el pueblo ofrecía servicios, regalos y excedentes agrícolas al cacique. Y el cacique organizaba el trabajo agrícola comunitario de las parcelas o chagras, las obras públicas, y la construcción de viviendas. En su casa, conocida como la “casa mayor”, se preparaba chicha para todas aquellas personas que realizaban trabajos en beneficio de la comunidad, como muestra de agradecimiento. (Rodríguez, 2004, p. 184). En contraste, la edad moderna trajo consigo una desvalorización de esos principios y dejó como herencia para los días que corren “caciques” que no son ni administradores, ni políticos, sino que forman parte de un sistema enfermo en donde priman los intereses individuales sin considerar que entre la sociedad están las personas que los eligieron para que sirvieran a la comunidad en general, porque cuando se elige a un representante se hace con base en la suposición y confianza de que será alguien útil y valioso para todos, no solo para quienes directamente lo eligieron. No obstante, en la sociedad civil también recae parte de responsabilidad, algunas veces es necesario aprender a decir no, o aprender a castigar a quienes desde cualquier ámbito de la vida no actúen conforme a las normas o principios que procuran por el bienestar común. En Colombia, por ejemplo, se sabe que existe una red de burocracia extendida a lo largo y ancho del sector público y político, siempre las mismas personas rotando de puesto en puesto sin hacer lo que deberían e interactuando entre ellos con fines individuales. Mientras tanto, por fuera de esa red están las personas a quienes deberían servir, por quienes deberían trabajar y ante los cuales deberían formar una buena imagen, sobre todo los políticos. En conclusión, en el caso la reciprocidad indirecta no se espera algún tipo de retribución precisamente de la persona a la que se ayudó antes, sino de otra persona, algo así como un principio de Dad, y se os dará, haciendo lógico que la cooperación y retribución se dirijan a los miembros más valiosos de la sociedad, es decir, a aquellos que más han aportado al bien común. De esta manera, cuando alguien decide ser cooperador, el costo de su acción se compensará al incrementarse la probabilidad de ser el destinatario de una ayuda en el futuro. Una sociedad así sin duda derivaría en mejores ciudadanos y en una dinámica más favorable para todos. Bibliografía Nowak, M. & Sigmund, K. (1998). Evolution of indirect reciprocity by image scoring. Nature, (393), 573-577. Rodríguez, C. A. (2004). Identidades. Bogotá, Colombia: Grupo Editorial Norma.

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